5.7.07


Reducida a cenizas,
desarma el circo de las plumas.
Todavía empapada, todavía miel.
Será un fresco encajonado para siempre,
con mimbre y terciopelo,
apretándola.

Tuerce las agujas, para provocar un dolor diferente.
Colmillos de corcel le salvan la memoria,
mientras un vicio se alimenta del cedro en su corazón.

Maniatada, configura su piel para descoserse en la penumbra.

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