…Y en lo caliente, también existo. Quieta, atenta. Escuchándote desde las flores de mármol. Mientras todas las formas salpican mis clavijas. El monasterio se fue a lanzar semillas, a cautivar con su rostro gemido a otros inocentes desesperados.
¿Qué infinito visitan estos oídos que podrían acovacharse hasta morir?
Sigo aquí, sin embargo. Mordida en el cuello y escupida con sangre.
1.8.07
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