3.7.07

Otra

Huelo a animal. Y la congestión es ajena al desvío de mis relámpagos. Susurra detrás de la nuca. Con saliva dibuja el contorno de la sombra. Descubre el hueso en el aliento de su reflejo. Así, se pierden desde los roces hasta los tintes de amapola.

Vuelco el azúcar. Cuento grano por grano. Esta vez no me alcanza porque la lana se hizo espesa. No tiene paciencia para las palomas, que tejen el vestido del naufragio.
Es el turno del brillo. Miro atrás para ubicar lo que inventan mis ojos dentro de un silo, donde me encuentro con un águila en éxtasis.
Sutil. Casi imperceptible, me ahoga. Me aprieta por el cuello y simula una muerte que no es mi muerte. Hago estallar los cristales y alguien mas se revela. Me sugiere lo inhóspito, y desespero.


No es apocalíptico lo que asegura el fin. No es una espina lo que duele. No es cielo sino verde la miel que nos viste. Simpatía eléctrica lo que aguarda.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusto mucho, esto, pero mas me gusta encontrarte, por las calles nevadas, o no, de mi ciudad Porteña.
Mil besos brujos, mick